martes, 21 de septiembre de 2021

Juan Zorrilla de San Martín

 

Biografía

Nació en Montevideo el 28 de diciembre de 1855, hijo del español Juan Manuel Zorrilla de San Martín y de la uruguaya Alejandrina del Pozo y Aragón, familia muy católica. Su madre falleció cuando el poeta tenía apenas un año y medio de vida. Fue criado con cariño y dedicación por su tía Juliana del Pozo y Aragón, esposa de Martín García de Zúñiga.

Junto a su hermano Alejandro, en 1865 fue llevado por su padre a cursar sus estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de santa fe, republica argentina Entre 1867 y 1872 estudió en el Colegio de los Padres Bayoneses, en Montevideo, lugar en el que comenzó sus estudios universitarios. Se recibió de bachiller en santa fe, en 1872. Entre 1874 y 1877 estudió en el Colegio de los Padres jesuitas de Santiago de chile hasta completar sus estudios como licenciado en Letras y Ciencias Políticas. En ese período colaboró en la redacción de “La estrella de Chile” y publicó “Notas de un Himno”. En chile recibió la influencia de las lecturas románticas de José zorrilla José de Espronceda  y sobre todo, Gustavo Adolfo Bécquer. 

En 1907 el gobierno uruguayo le encargó la creación de un ensayo histórico sobre la figura de José Gervasio artiguas, que tendría la finalidad de aportar datos a los artistas interesados en presentarse en un concurso de creación de una escultura el proceder. Dicho ensayo fue editado finalmente en 1910 y se tituló "La epopeya de Artigas".



Su obra poética

Zorrilla comenzó a publicar antes que Espronceda y otros escritores del tiempo, y entre 1837 y 1840 vieron la luz los siete tomos de Poesías y los Cantos del Trovador; continuó escribiendo hasta su muerte en 1893, cuando hacía veintidós años que Bécquer había muerto y Valle-Inclán cumplía los veintisiete. A juicio de Navas Ruiz, Zorrilla establece en estos libros el tono básico de su quehacer poético, fija los temas fundamentales, descubre las imágenes características, marca un estilo inconfundible, y aduce el testimonio de Alonso Cortés, para quien Zorrilla empezó siendo lírico y siempre, a través de su abundante labor narrativa, guardó latente su lirismo (1995: 141).

En su obra poética se pueden distinguir dos épocas: la primera comienza con el tomo de Poesías de 1837, todavía poco «zorrillescas», al decir de Vicente Llorens (1980: 430), pues los versos carecen de la fluidez cadenciosa y sonora característica y algunos temas reflejan una actitud hostil hacia la sociedad. Después va dando a la imprenta otros siete tomos de versos en los que están muy presentes los temas tradicionales y legendarios, y en los que va desarrollando un estilo personal inconfundible. Esta fecunda época culmina en 1840 con Cantos del Trovador (1840-1841), cuyos asuntos provienen de la historia, de la tradición religiosa o de su fértil inventiva. Zorrilla ya es famoso y en este libro declara su intención de cantar a la religión y a España:

Lejos de mí la historia tentadora
de ajena tierra y religión profana.
Mi voz, mi corazón, mi fantasía
la gloria cantan de la patria mía.

A lo largo de su carrera insistirá en ser el poeta de la tradición, el cantor de las glorias nacionales y el depositario de unas tradiciones y leyendas que están en peligro de perderse en un mundo moderno imbuido de positivismo, y en «Apuntaciones para un sermón sobre los Novísimos», escribe:

El pueblo me la contó
y yo al pueblo se la cuento:
y pues la historia no invento,
responda el pueblo y no yo.

No resulta fácil clasificar las leyendas de Zorrilla por entrecruzarse en ellas géneros tan cercanos como la leyenda, la tradición y el cuento, aunque su autor dio la pauta en sus «Cuatro palabras» introductorias al volumen I (y único) de sus Obras Completas en 1884: Las divido en tradicionales, históricas y fantásticas, y las coloco todas bajo el título de Cantos del Trovador, porque aquélla es su división natural y éste el título que lógicamente las encierra y las abarca todas (VII-VIII). Russell P. Sebold observó las diferencias entre aquellas composiciones que Zorrilla llama «romances», que tienen carácter histórico, y las «leyendas», que son de índole fantástica. Para Zorrilla, los romances no son poemas fantásticos aunque éstos difieran en metro, rima y estrofa de aquéllos, lo que indica -en opinión del hispanista norteamericano- que Zorrilla había recogido la acepción medieval de romance, restituida en el siglo XVIII, según la cual esta voz significaba una narración ficticia extensa en verso o prosa (de donde le vendría el adjetivo 'romancesco' antecedente de 'romántico'), y por eso subtitularía Zorrilla «Romance histórico» a «Príncipe y rey» (que ni es romance ni es histórico). En cambio, las leyendas, para el autor del Tenorio, son composiciones que tratan de hechos portentosos (1995: 208-209). Ambos aparecen mezclados en las ediciones de su obra narrativa aunque habría sido conveniente separarlos pues las leyendas participan de todas las técnicas características de los romances, pero éstos no participan del carácter prodigioso de los desenlaces de aquéllas. Sin embargo, Zorrilla tiene cierto número de poemas narrativos, hoy normalmente clasificados como leyendas, en los que no se acusa ningún elemento maravilloso, sobrenatural o fantástico (1995: 207-208); para él, la leyenda era un

poema de nuestro siglo
destartalado, invención
romántica de moderno
cuño, aún no lo reselló
con reglas un Aristóteles
de Academia.
(1943, II, 544)

En las revistas literarias del periodo romántico saltan a la vista numerosas leyendas, consejas y tradiciones, en verso o en prosa, muchas de ellas de firmas conocidas. Sus lectores forman parte de una burguesía más bien acomodada, en su mayoría ciudadana y con un aceptable nivel de ilustración. Quienes narran estos asuntos pretendida o verdaderamente legendarios afirman que sus relatos son de auténtica raigambre tradicional y se sirven de viejas fórmulas oralísticas como «dicen que», «Cuentan antiguas leyendas» o «Como me lo contaron te lo cuento». Espronceda concluye irónicamente su diablo mundo  con los versos Y si, lector, dijerdes ser comento, / como me lo contaron te lo cuento. Versos que también sirvieron de epígrafe para justificar la pretendida veracidad de lo que escribió García de Villalta en El golpe en vago y por Piferrer y Eugenio de Ochoa en dos relatos. «El cuento de un veterano» va enmarcado por lo que Rivas afirma ser un recuerdo de infancia, el de las noches en la cocina del cortijo escuchando junto al fuego los cuentos de un soldado viejo. Como después harían Bécquer y tantos otros, Zorrilla usó con frecuencia este recurso, y afirmaba que la leyenda de «El desafío del diablo» fue «de boca del pueblo oída, / siendo un viejo el narrador / y la cual voy a contarte / como a mí me la contó» (I, 1943: 836); para hacer más verosímil «A buen juez, mejor testigo» aseguraba que una vez al año, con la mano desclavada / hoy día el Cristo se ve; y que hasta hacía poco se podía ver la humilde sepultura del capitán Montoya (I, 1943: 352). Otro conocido recurso es el del hallazgo fortuito de unos papeles -recordemos La celestina y el quijote  que el moderno narrador dice transcribir fielmente: unos viejos manuscritos revelaron a Enrique Gil y Carrasco la historia de los protagonistas de El lago de Carucedo (1840) y la de los de el señor de benbibre (1844). Claro está que, como tantas narraciones históricas o legendarias basadas en fuentes de tal índole, el autor, contando con la complicidad de sus lectores, puede aducir más de una vez testimonios y documentos con una imprecisión que, en el caso de Zorrilla, es juguetona y premeditada: Hay, si no me acuerdo mal, / cerca ya de Portugal..., escribe en «La princesa doña Luz» (I, 1943: 504); Al año siguiente, el conde, según consta en documentos perdidos... (II, 1943: 212); ¿Será verdad la tradición? ¡Quién sabe! Eso dice el recuerdo legendario y de Dios en los juicios todo cabe (II, 1943: 339). Y en una ocasión justifica su visión de un pasado que describe.

Trayectoria

Sus actividades incluyeron:

  • Magistrado. Se desempeñó como Juez Letrado Departamental de Montevideo.
  • Político. Fue elegido diputado por Montevideo (1888-1891). Fue un activista católico y promovió la creación de la unión cívica de Uruguay .
  • Periodista. Fundador del diario el bien publico. 
  • Diplomático. Ocupó las representaciones diplomáticas frente a España—país donde nació su hijo José Luis Zorrilla de san Martin.
  • Docente. Ocupó diversas cátedras en la universidad de la republica. Teoría del Arte).

El 18 de agosto de 1935 se declaró su casa como museo por el Parlamento uruguayo a través de la ley 9595.2

Esculturas

  • Cruz del cerro pan de azúcar en Maldonado Uruguay  Cruz de cemento de 35 ms de altura construida en 1933, concebida por Zorrilla de San Martín y el padre Engels Walters.

Poemas

  • notas de himno. (1877)
  • la leyenda patria. (1879)
  • tabare. (1888)
  • la epopeya de artigas  (1910)
  • Rimas y leyendas
    • El ángel de los charruas.
    • Imposible
    • Odio y amor
    • Siemprevivas
    • Tu y yo
    • Himno al árbol
    • Detalles de la historia Rioplatense, publicado en 1917.
Juan Zorrilla de San Martín hacia la década de 1890.

Ensayos

  • Discurso de laa rabida (1892)
  • Resonancia del camino (1896)
  • Huerto cerrado (1900)
  • Conferencias y discursos (1905),
  • Detalles de la Historia Rioplatense (1917)
  • El sermón de la paz (1924)
  • El libro de ruth (1928)










toda la información fue tomada de Wikipedia.








La Leyenda Patria es un poema escrito por el uruguayo Juan Zorrilla de San Martín en 1879.

Canta la gesta heroica de los Treinta y Tres Orientales. Se trata de una oda al estilo de las del ecuatoriano Olmedo, de 413 versos, que compuso en una semana y que le convirtió en el poeta nacional por excelencia.​

Fue declamada por su autor en ocasión de la inauguración del Monumento a la independencia Nacional, en la Villa de la Florida, el 18 de mayo de 1879.Originalmente había quedado fuera de concurso por ser demasiado larga. De todos modos, Zorrilla fue autorizado a declamarla. Tal fue la satisfacción del público con el poema, que otros poetas premiados como Aurelio Berro y Joaquín de Salterain se quitaron sus medallas y se las dieron al poeta.

Se advirtió un nuevo acento que la crítica definió luego como resultado del genio lírico del poeta, pero también reconoció que en esta composición intervenían elementos líricos e idiomáticos no usados hasta entonces en las letras uruguayas que más tarde aparecieron más definidos en la epopeya de Tabaré